«Liderar en un mundo imperfecto» – Entrevista
«Liderar en un mundo imperfecto» es un libro escrito por Javier Fernández Aguado y que busca mostrar un método para las organizaciones con estructuras, recursos y entornos imperfectos, con el objetivo de aprender a gestionarlos apropiadamente.
Javier es doctor en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Actualmente es Presidente de Mindvalue. Además, también es escritor, con una amplia colección que suma hasta más de 30 libros. Por ello, visita los micrófonos de Mundo Emprende, para hablarnos de este nuevo título que añadimos a nuestra biblioteca aNerea.
Índice
Gestión de lo imperfecto
La gestión de lo imperfecto es un método desarrollado por Javier para diagnosticar problemas estructurales en organizaciones. Este método surge de la petición de un director de uno de los grandes bancos españoles, para diseñar una estrategia de reflexión para los directores territoriales.
Esta metodología de diagnóstico, en palabras del propio Javier es «aplicable al mundo privado y al mundo público». De hecho, desde su desarrollo hace casi dos décadas, han sido decenas las organizaciones de varios países, las que han aplicado estos conocimientos para mejorar los problemas organizativos que les afectaban.
Además, Javier divide a las organizaciones en cinco niveles, imprescindibles para el correcto funcionamiento de la misma: entorno, comunicación y personas, estructura, clientes y comunicación.
Liderar siguiendo el DPH
Dentro de «Liderar en un mundo imperfecto» podemos encontrar una serie de términos técnicos, enfocados a explicar una serie de técnicas que mejoren los hábitos de las empresas. Por ejemplo, el DPH, o Dirección por Hábitos, es «una metodología de transformación organizativa». Ésta se aplica para convertir los valores de la empresa en cuestión en hábitos organizativos.
Además, como comenta Javier, históricamente, la dirección de las empresas no se ha basado precisamente en incentivos, más bien todo lo contrario. Hablamos que, hasta no hace mucho tiempo existía lo que Javier denomina dirección por temor, lo que derivó en una dirección por látigo. No es hasta finales del siglo XX cuando ya se pasa a esa comentada dirección por objetivos. Pero, para lograr dichos objetivos, Javier considera necesario que la organización desarrolle unos determinados hábitos.
«Los hábitos son una bisagra fundamental, personal y corporativa para lograr cimas valiosas», sentencia Javier.
La importancia del «coaching» para liderar
El actualmente denominado coaching es una herramienta fundamental para saber liderar con propiedad. Para un directivo es necesario saber en qué punto se encuentra él mismo para poder ser capaz de cambiar todo aquello que le lastra a la hora de dedicarse a cambiar todo aquello que le rodea.
A lo largo de la historia, los directivos de valor y enjundia han buscado ese asesoramiento vital para ser capaces de dirigir con maestría puesto que nadie es capaz de ser plenamente objetivo con todo aquello que lleva a cabo.
Las rutinas dentro de la organización
Para Javier es clave distinguir entre rutinas y hábitos. Las rutinas conducen a razonamientos paralizantes e incapacitan a la hora de proponer y lograr metas ambiciosas.
Por su parte, los hábitos potencian la virtud, alimentando ésta. Una vez estableces una serie de hábitos, siempre quieres más de aquello que te resulta habitual, no te conformas, ambicionas mejorar. Es precisamente esta cualidad la que evita que los hábitos se conviertan en rutinas.
Sin embargo, las organizaciones tienen una cadencia por la rutina y ésta es una asesina paciente y silenciosa. Poco a poco penetra en la vida tanto de personas como de empresas o corporaciones.
Por tanto, la clave es trabajar el hábito, pero sin caer en la rutina.
¿Qué cualidades debe tener un buen directivo?
Javier establece una diferencia fundamental entre los diferentes tipos de directivos. En primer lugar se encuentran los buenos directivos, que solo saben contar hasta uno. Por otro lado se encuentran los directivos manipuladores, que son aquellos que se esconden tras términos populistas como proletariado, clase obrera o pueblo trabajador para enriquecerse ellos mismos en la sombra.
El verdadero líder es aquel que, en vez de mirar únicamente por sí mismo, piensa también en todas y cada una de las personas que se encuentran a su cargo. Además, el optimismo es otra de las cualidades esenciales que reúne un buen líder, que es capaz de ver oportunidades donde cualquiera ve un problema.
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